HUEVOS TONTOS
¡NO TIRES EL PAN QUE HA SOBRADO, APROVÉCHALO CON ESTA RECETA!
Esta receta es un clásico en la cocina de aprovechamiento, y
está cargada de tradición y simpleza a la hora de dar una segunda vida a
aquellos ingredientes que ya han perdido su punto óptimo. Simple y
sencilla, es una receta fantástica
porque permite un buen número de variaciones, sin perder su esencia, y siempre
dependiendo de los ingredientes que queramos utilizar para evitar derroche.
La base principal es el pan que nos ha sobrado en día
anterior, o dos días antes, huevos y leche. Con estos ingredientes haremos una
masa, a la que podemos añadir hierbas aromáticas, especias, o restos de alguna
carne, de queso, de embutido… lo que tengamos en la nevera y que sea un resto.
En general, yo nunca repito la misma receta. Simplemente, a
la base de los ingredientes, añado aquello que me convenga gastar, y que no sea
suficiente como para tener, por sí mismo, una ración.
Ingredientes:
200 gr de pan del día anterior
100/120 ml de leche
2 dientes de ajo
Perejil o la hierba aromática preferida, como menta,
cebollino, cilantro
2 huevos
Sal y pimienta
Elaboración:
El pan lo podemos desmenuzar con las manos, siempre bien
limpias, o usar algún electrodoméstico que nos lo triture, aunque no en exceso.
La miga nos ayudará a formar la pasta.
Mojamos el pan con la leche, sin llegar a empaparlo, debe quedar mojado. Mezclamos muy bien y añadimos los dos dientes de ajo cortados muy pequeñitos al igual que la hierba que hayamos escogido. Personalmente me gusta mucho el cebollino, o la menta, aunque el perejil es la opción más clásica y queda de lujo también.
Añadimos la sal y la pimienta al gusto. Y si te atreves, puedes añadir alguna otra especia, como un poco de curri, o la punta de una cucharadita de canela. Si te ha sobrado un poco de pollo asado, o pescado hervido, o jamón serrano en taquitos… puedes añadírselo ahora.
Volvemos a mezclar y
cuando todo esté bien integrado, añadimos los 2 huevos bien batidos. Vuelta
a mezclar hasta que todo esté bien homogéneo y tengamos una pasta
Lo dejamos reposar una media hora en la nevera. Pasado ese
tiempo, cogemos pequeñas porciones y les damos forma de croqueta. Para mi
gusto, del tamaño de dos o tres bocados están más buenos.
Las freímos en AOVE. Siempre es mejor freír en aceite de
oliva virgen extra, porque el aceite se deteriora menos con el calor y además “cunde”
más. El aceite debe estar bien caliente, pero no humear. Cuando estén dorados,
sacamos a un papel absorbente y listo, a disfrutar.
0 comments